lunes, 12 de octubre de 2009

Ella.


Astrid era una chica extraña.
Siempre lo había sido.

Frágil,pálida,caminaba como si flotase por encima del suelo.Con una melena rubia imponente que le servía de manto para el Invierno.Una cara de muñeca con unos ojos enormes que llamaban la atención de cualquiera,y un cuerpo demasiado débil para una mente tan fuerte.

Tenía miedo.Porque toda su vida parecía ser perfecta y ella no encajaba en eso.No era capaz de sentirse normal en el típico ambiente,con las típicas personas...Porque ella era diferente,pero nunca nadie se lo había dicho...Ya sabéis,típica chica en típico lugar con la típica vida...y de atípicas costumbres.Crear,mirar las luces desde la azotea por la noche,mancharse las manos de pintura,sonreír,hacer felices a los demás.Ella sabía que una sonrisa puede cambiar el transcurso de un día gris,sabía que podía cambiar la perspectiva de muchas personas si se lo proponía...Pero ya no tenía fuerzas.se le habían ido agotando poco a poco...pero no se lo dijo a nadie.

Su corazón no podía seguir su ritmo con normalidad.
Sólo tenía 17 años y su cuerpo no podía más...
Pero mientras su mente siguiera teniendo buenas ideas,mientras su alma de artista perdida en un mundo inexplorado ,pudiera seguir inspirándose...merecía la pena vivir.

Despertaba cada mañana envuelta en sábanas blancas,la luz de un nuevo día se filtraba por las rendijas de la persiana...se incorporaba tímidamente y miraba a su alrededor.Aún estaba allí.No se había ido con la oscuridad de la noche.Tenía un día más.Se lo regalaba la vida y la suerte...Un día más.Sabía que en cualquier abrir y cerrar de ojos podría no volver a despertarse...Por eso había decidido no volver a dormir.

Todas las noches se preparaba un termo de café.Lo tomaba absurdamente mitad café mitad leche condensada en una taza.Café dulce.Justamente lo que ella creía que le faltaba,dulzura.Pero los demás siempre decían que no.Quizás ella era como esos cafés...mitad dulzura,mitad amargura.Desde luego era igual de excitante.¿Quién sabe?.Con su termo lleno de café,sus pinturas,sus miles de bolígrafos y lápices tirados por los suelos de la habitación,los cuadernos y un montón de papeles y de hojas ya escritas pasaba las noches en vela,para poder dormir de día...Y vivir de noche.Así era ella,extraña y decidida.A veces,sólo a veces,a las 7 de la mañana,se colocaba una enorme sudadera gris encima,y subía a la azotea...a observar cómo la oscuridad cesaba poco a poco,dejando paso a la luz anaranjada de un nuevo amanecer.Y no había nada más...

Sus días pasaban rápidamente por delante de sus ojos,y esa rapidez la ponía enferma.¿Cómo podían pasar de esa manera las vidas humanas?.En algunos momentos se sorprendía pensando en cuánta gente moría y nacía en un sólo minuto en todo el mundo...Y eso la enturbiaba tremendamente.Uno de esos minutos,cualquiera,podría ser ella la que sufriera tan drástico cambio.Aún así intentaba ser feliz...aunque no fuese nada fácil.Todos tenemos problemas,ella no iba a ser menos...

Y transcurría todo como cualquier vida normal sin levantar sospecha alguna.
Una chica extraña...sin nada por lo que luchar.Tan sólo por vivir...pero...si estaba sola,¿merecía la pena vivir para ir consumiéndose año tras año en soledad?...¿Realmente merecía la pena luchar por toda aquella parafernalia imaginaria que la mantenía viva un día más?...

¿Acaso merece la pena vivir cuando no vives por ni para nadie más que por tí mismo?...










Aún sigo preguntándomelo...









Hola a todos,me llamo Astrid,y tengo 17 años.

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