jueves, 17 de septiembre de 2009

Ensoñaciones.

Delante del espejo está él,contra su propio reflejo. Pasa el cepillo por cada mechón dispar de su pelo. Se observa en profundidad,más allá de la superficie corriente de metacrilato. Él está examinando su alma en ese espejo. Un maullido le despierta de su ensoñación...

-Oh,Charlotte...

Kaleb Van Dijk tiene 18 años,(o al menos eso aparenta).Y la inteligencia y sabiduría de alguien que hubiera vivido miles y miles...Vive en Helsinki,aunque a veces parece que sea de todas partes a la vez...y que nunca permanezca en el mismo sitio por mucho tiempo. No tiene padres,ni familia,sólo tiene a Charlotte y,desde hace un año y tres meses,a Karma.

-Todas las mañanas te examinas palmo a palmo,¿eh?.

Una vocecita a sus espaldas.Unos brazos le rodean la cintura.

-Me examino para comprobar si he dejado de ser yo mismo.-Dice seriamente.

-¿A dónde vas?

Kaleb se dá la vuelta,la mira a los ojos y le toca la punta de la nariz con el dedo.

-¿Tú que crees?.

Cuando él sale de la habitación, ella todavía sigue paralizada en el mismo sitio. Siempre consigue dejarla anonadada con sus encantos. Tiene que darse prisa. Corre hacia la puerta de entrada y allí está Kaleb. Poniéndose su tres cuartos negro y cogiendo su violoncello. Karma le observa como la niña que quiere despedir a su padre cuando se va a trabajar. Fuera está nevando. Sabe que a él le encanta. Él se da media vuelta y sonríe.

-Nos veremos en unas horas.

-Claro que sí...¡que te vaya bien hoy, Sil!-Deja escapar sus palabras como si quisiera que se fueran con él.

Es lo único que tiene.


Kaleb (o Silver), encontró a Karma en la calle una madrugada hacía un año y tres meses, tirada en la nieve. Apenas sabía si tenía familia, simplemente la cargó en sus hombros y se la llevó a casa. Cuando ella despertó se vió envuelta en sábanas rojas y notó un fuerte olor a café de vainilla en el ambiente. Un chico con el pelo negro alborotado le explicó donde estaba. Nadie sabe cómo, ella decidió no volver a estar sola nunca más...

-A Silver le encanta el café de vainilla, tocar el violoncello, escribir, hacer aros de humo mientras piensa, la nieve, Helsinki, los grupos de música extraños, el frío, los impulsos...

Karma sonreía dulcemente con los ojos cerrados proyectando una imagen de él en su cabeza, cuando Charlotte rozó sus piernas maullando...


-Y tú también Charlotte, tu también...

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